Selección sobre el diario de Cristóbal
Colón
(1451-1506)
Libro de la primera navegación
Jueves, 11 de octubre [1492]
Puestos en tierra vieron árboles
muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó
a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo
de Escobedo, escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de
Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante
todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha Isla
por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones
que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios
que allí se hicieron por escrito. Luego se juntó allí
mucha gente de la Isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante,
en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias:
"Yo (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí
que era gente que mejor se libraría y convertiría a Nuestra
Santa Fe con Amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes
colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y
otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron
tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían
a las barcas de los navíos a donde nos estábamos, nadando.
Y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas
y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos,
como cuenticillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban
de aquello que tenían de buena voluntad. Mas me pareció que
era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los
parió, y tanbién las mujeres, aunque no vide más de
una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno
vide de edad de más de 30 años. Muy bien hechos, de muy hermosos
cuerpos y muy buenas caras. Los cabellos gruesos casi como sedas de cola
de caballos, y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo
unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. De
ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni
negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado,
y de ellos de lo que fallan. Y dellos se pintan las caras, y dellos todo
el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos solo la nariz. Ellos no
traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las to-maban
por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro.
Sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo
un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de
buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos
que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hize
señas que era aquello, y ellos me mostraron como allí venían
gente de otras islas que estaban cerca y los querían tomar y se
defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra
firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos ser-vidores y de
buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía.
Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció
que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor,
llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestra Alteza
para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo
papagayos en esta Isla." Todas son palabras del Almirante.
Carta de Colón, anunciando
el descubrimiento del Nuevo Mundo
Señor, porque sé que
habreis placer de la grand victoria que Nuestro Señor me ha dado
en mi viage, vos escribo esta, por la cual sabreis como en 33 días
pasé a las Indias, con la armada que los Ilustrísimos Rey
e Reina nuestros señores me dieron donde yo fallé muy muchas
Islas pobladas con gente sin número, y dellas todas he tomado posesión
por sus altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fué
contradicho. A la primera que yo fallé puse nombre San Salvador,
a conmemoración de su Alta Magestal, el cual maravillosamente todo
esto ha dado: los Indios la llaman Guanahani. A la segunda puse nombre
la isla de Santa María de Concepción: a la tercera Fernandina:
a la cuarta la Isabela: a la quinta la isla Juana, é asi a cada
una nombre nuevo...
Yo entendía harto de otros
Indios, que ya tenía tomados, como con-tinuamente esta tierra era
Isla: é así seguí la costa della al oriente ciento
siete leguas fasta donde facia fin; del cual cabo vi otra Isla al oriente
distante desta diez é ocho leguas, á la cual luego puse nombre
la española: y fuí allí: y seguí la parte del
setentrion, así como de la Juana, al oriente ciento é ochenta
y ocho grandes leguas, por linea recta, la cual y todas las otras son fertilísimas
en demasiado grado, y ésta en extremo: en ella hay muchos puertos
en la costa de la mar sin comparación de otros que yo sepa en cristianos,
y farto rios y buenos y grandes que es maravilla: las tierras della son
altas y en ella muy buenas sierras y montañas altísimas,
sin comparación de la isla de Teneryfe, todas fermosísimas,
de mil fechuras, y todas andables y llenas de árboles de mil maneras
y altas, y parecen que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás
pierden la foja, segun lo pude comprender, que los vi tan verdes y tan
hermosos como son por mayo en España. Y dellos estaban floridos,
dellos con fruto, y dellos en otro término, segun es su calidad;
y cantaba el ruiseñor y otros pajaritos de mil maneras en el mes
de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis o de ocho
maneras, que es admiración verlas, por la diformidad fermosa dellas,
mas así como los otros árboles y frutos é yerbas:
en ella hay pinares á maravilla, é hay campiñas grandísimas,
é hay miel, y de muchas maneras de aves y frutas muy diversas. En
las tierras hay muchas minas de metales é hay gente in estimable
número.
La Española es maravilla:
las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas, y
las tierras tan fermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados
de todas suertes, para edificios de villas y lugares. [...]
En conclusión, a fablar
desto solamente que se ha fecho este viage que fué así de
corrida, que pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro cuanto hobieren
menester, con muy poquita ayuda que sus altezas me darán: agora
especería y algodon cuanto Sus Altezas mandaran cargar, y almastiga
cuanto mandaran cargar; é de la cual fasta hoy no se ha fallado
salvo en Grecia y en la isla de Xio, y el Señorio la vendo como
quiere, y lignaloe cuanto mandaran cargar, y esclavos cuantos mandaran
cargar, é serán de los idólatras; y creo haber fallado
ruibarbo y canela, e otras mil cosas de sustancia fallaré, que habrán
fallado la gente que allá dejo; [...]