** Este artículo ha sido puesto en este sitio con propósitos educativos

               La política comercial de América Latina a partir de 2002: Diagnóstico y prognosis

                                José M. Salazar-Xirinachs 1
                         Director de la Unidad de Comercio de la OEA
 

   El objetivo de este artículo es identificar y comentar algunos de los principales desafíos que confrontan los
   países de América Latina y el Caribe en el ámbito de la política comercial a partir de 2002. El trabajo
   comienza con una mirada retrospectiva (diagnóstico), para luego realizar un análisis prospectivo (prognosis)
   de los retos que se avizoran.

   I.    Diagnóstico

   Un diagnóstico de las políticas comerciales que han puesto en práctica los países de América Latina y el
   Caribe (ALC) y sus resultados en los diez últimos años debe partir de señalar al menos tres elementos que,
   a su vez, deben asumirse como premisas para la prognosis: el primero es el debate sobre el balance de los
   resultados de las reformas económicas de los últimos 10 a 15 años, el segundo es la relación entre
   comercio, crecimiento y reducción de la pobreza, y el tercero se refiere a la creciente integración e
   interdependencia de las economías latinoamericanas.

   Balance general de las reformas económicas

   La “hoja de balance” de las reformas económicas puede resumirse reconociendo que, por una parte, se
   alcanzaron importantes logros en una serie de frentes: el control de la inflación, la reducción de los déficit
   fiscales, la reducción de la deuda externa, el aumento de los flujos de inversión extranjera directa (IED) y la
   expansión de las exportaciones de algunos países. No obstante, los resultados fueron decepcionantes en
   otras áreas, entre las que destacan el crecimiento económico, el desempleo, la atenuación de la pobreza, la
   distribución del ingreso y las condiciones sociales.

   Con frecuencia se culpa del lento crecimiento y de los decepcionantes resultados sociales al “Consenso de
   Washington”, al amparo del cual se emprendieron muchas de estas reformas económicas. Si bien numerosas
   críticas son válidas y existe un amplio debate al respecto, aquellos que llegan al extremo de cuestionar la
   dirección estratégica de la integración a la economía mundial deben responder a la pregunta: ¿Cuál es la
   alternativa?

   En mi opinión, la conclusión general más importante que surge del intenso debate sobre las deficiencias del
   Consenso de Washington está claramente expresada en un estudio realizado por Nancy Birdsall y Augusto
   de la Torre y publicado a principios de 2001: sin las reformas, la situación habría sido peor. El ingreso y la
   producción per cápita habrían sido menores, la volatilidad habría sido mayor y la pobreza y la desigualdad
   en la distribución del ingreso habrían sido más profundas. No obstante, también ha quedado claro que el
   conjunto original de políticas contemplado en el Consenso de Washington era demasiado limitado y no
   tomaba en cuenta muchos aspectos que la comunidad de desarrollo, y no pocos economistas, politólogos e
   instituciones de América Latina, han sabido y enfatizado durante años.

   La buena noticia en materia de políticas es que se ha producido un cambio radical en el enfoque sobre las
   reformas y el desarrollo en la comunidad mundial y en los organismos internacionales. La reducción de la
   pobreza y la equidad ocupan ahora un lugar central en los programas y las operaciones de préstamo de las
   instituciones financieras internacionales (IFI).

   Más aún, uno de los aspectos más extraordinarios en la reciente reunión de la OMC en Doha – ¡aparte del
   hecho de que se acordó iniciar una nueva ronda de negociaciones! – es el lugar preponderante que ocupan
   los temas del desarrollo en la agenda de la OMC y en la Declaración Ministerial de Doha. Esto es en parte
   un reflejo de la nueva composición de la membresía de la organización y en parte una expresión de la
   frustración de los países en desarrollo ante un sistema comercial mundial que se percibe desbalanceado, con
   dobles estándares, y que debe brindarles más oportunidades.2

   Papel del comercio y el crecimiento en reducir la pobreza

   El segundo punto de diagnóstico es que la investigación económica ha dejado bien establecidas dos
   relaciones empíricas: que el comercio es importante para el crecimiento y que el crecimiento es importante
   para reducir la pobreza. Un crecimiento rápido está asociado a una reducción rápida de la pobreza,
   mientras que la contracción económica está ligada a una aumento de la pobreza. Para que la pobreza
   aumente cuando hay crecimiento económico, tendría que darse un drástico empeoramiento de la
   distribución de los ingresos, que por lo general no es el caso en la mayoría de los países. También es claro
   que el crecimiento por sí solo no necesariamente mejora la distribución del ingreso sino que se requiere de
   una compleja gama de políticas sociales que lo acompañen.

   Es importante entonces reiterar que sería una trampa pensar que el crecimiento no es importante. El
   crecimiento es esencial para la modernización y la reducción de la pobreza. Las preguntas relevantes son
   entonces: ¿Cómo promover el crecimiento? ¿Cuál es el papel del comercio y la integración en este
   esfuerzo?

   Existen dos vertientes de literatura económica empírica que apoyan el concepto de que la apertura
   comercial y la integración a la economía mundial benefician el crecimiento. Una agrupa las investigaciones
   recientes que aportan pruebas sobre la relación positiva entre el comercio y el crecimiento.3  La otra
   vertiente analiza diversas hipótesis o escenarios de integración y liberalización del comercio en América
   Latina a partir de modelos de Equilibrio General Computable (EGC) aplicados a diversos países y
   sub-regiones. Los canales principales por medio de los cuales la apertura comercial y la integración
   económica promueven el crecimiento son: mayor especialización de acuerdo con las ventajas comparativas;
   mayor aprovechamiento de economías de escala y de rendimientos crecientes; importación de ideas,
   conocimientos y capacidades tecnológicas y mejoramiento del desempeño económico a través de impactos
   positivos sobre las instituciones y el proceso político. No pretendo sugerir que el comercio es el único factor
   determinante del crecimiento, pero sí que se trata de un factor necesario que contribuye en gran medida al
   mismo.

   Mayor integración e interdependencia

   El tercer punto de diagnóstico consiste en reconocer que todas las economías de América Latina y el
   Caribe (ALC) son ahora mucho más abiertas y más interdependientes tanto entre sí como con Estados
   Unidos y el resto de la economía mundial que hace diez años. Casi todos los programas de reforma
   económica en ALC han tenido como objetivo estratégico la integración de las economías nacionales a la
   economía mundial. Los patrones o estilos nacionales de gestión económica varían significativamente, pero la
   mayoría de los países progresó considerablemente en el objetivo de una mayor integración. La
   interdependencia ha crecido en tres dimensiones interconectadas:

   (a)   En términos del dinamismo empresarial que ha transformado las estructuras de comercio e inversión;
   (b)  En términos de compromisos jurídicamente vinculantes asociados a la proliferación de acuerdos
   regionales y bilaterales de integración (ARIs);
   (c)   En términos de una convergencia de intereses estratégicos, políticos y de seguridad colectiva.

   Los indicadores del dinamismo empresarial y su impacto en la interdependencia económica son bien
   conocidos: los aranceles promedio se redujeron de forma muy marcada a partir de 1985 lo que explica en
   buena medida que la participación del comercio en el PIB aumentara en todos los países de las Américas
   durante la década pasada. Además, para América Latina en general, los dos motores de expansión de las
   exportaciones fueron el mercado estadounidense y el resto de los mercados de ALC en conjunto. Las tasas
   de crecimiento de las exportaciones hacia estos destinos se ubicaron en aproximadamente en un 14% anual
   entre 1988 y 1998, lo que revela un dinamismo empresarial y de negocios mucho más elevado que el de las
   exportaciones hacia el Asia, Europa y el Japón. Desde 1990 hasta el presente, la participación del comercio
   intrarregional en el total del comercio aumentó sostenidamente en los casos de MERCOSUR, la
   Comunidad Andina, CARICOM y el TLCAN. Finalmente, los flujos de Inversión Extranjera Directa en los
   países de ALC en conjunto aumentaron de niveles de 10-15 mil millones de dólares a principios de la
   década de los noventa a niveles de 80-90 mil millones de dólares a finales de la misma década. El mensaje
   que transmiten estos indicadores es que las economías de ALC están actualmente más integradas entre sí,
   con los Estados Unidos y con el resto de la economía mundial que hace un decenio.

   Una segunda dimensión de la interdependencia es la relacionada con la proliferación de acuerdos
   comerciales. Los países de ALC están ahora unidos en un tramado de acuerdos comerciales de nueva
   generación como nunca antes en su historia. Los países de la región han negociado entre sí 12 tratados de
   libre comercio desde 1990, y se encuentran negociando otros 7. También han estado negociando acuerdos
   de nueva generación con otros países fuera del hemisferio, tanto en la región transatlántica como en la región
   transpacífica. Igualmente, han venido profundizando y reestructurando las cuatro uniones aduaneras
   existentes (MCCA, Comunidad Andina, CARICOM y MERCOSUR) mediante la inclusión de nuevas
   disciplinas. Y claro está, los países de la región participan en el proyecto más ambicioso de todos en
   materia de comercio: la creación del ALCA. Estos acuerdos son llamados de “nueva generación” porque
   incluyen, además de la liberalización del comercio de mercancías, nuevos sectores, como los servicios y la
   agricultura, además de nuevas disciplinas como las inversiones, la política de competencia, los derechos de
   propiedad intelectual y los mecanismos de solución de controversias.

   Hay dos implicaciones de esta proliferación de acuerdos que deben destacarse. En primer lugar, los
   acuerdos vigentes contienen un impulso suficiente en términos de liberalización automática ya negociada
   para aumentar aún más la interdependencia desde ahora y hasta el año 2010. Y segundo, la proliferación y
   ampliación de la agenda comercial significan que hoy más que nunca las normas internacionales juegan un
   papel crítico en la formulación de las reformas y de los marcos jurídicos internos.

   Finalmente, el nuevo regionalismo no tiene solo una justificación económica; también tiene una dimensión
   política y estratégica. El peso o influencia de las variables políticas y estratégicas depende de la agrupación
   específica de países. Por ejemplo, la justificación fundamental original del MERCOSUR estuvo
   estrechamente vinculada al objetivo de diluir las tensiones entre Argentina y Brasil y promover mejores
   relaciones entre ambos países. El MERCOSUR se fundamenta también en algo que va mucho más allá del
   simple deseo de liberalizar el comercio. Esta iniciativa forma parte de una visión cuyo objetivo es fortalecer
   el papel de este grupo de países en el hemisferio occidental y como actores globales en el escenario
   mundial.

   Los esfuerzos dirigidos a crear el Área de Libre Comercio de las Américas contienen también marcadas
   dimensiones políticas, estratégicas y de seguridad. Una pregunta importante al respecto es si uno de los
   efectos de los trágicos acontecimientos terroristas del 11 de septiembre será el de fortalecer los vínculos
   entre los elementos políticos y de seguridad y los componentes de prosperidad de la agenda de la Cumbre
   de las Américas. La respuesta parece ser positiva a juzgar por el discurso del Presidente Bush en la OEA el
   16 de Enero de 2002 en donde dijo y explicó que “El futuro de este hemisferio depende de la fortaleza de
   tres compromisos: democracia, seguridad y desarrollo basado en el mercado. Estos compromisos son
   inseparables...”, y ocasión en la cual también anunció que los Estados Unidos se dispone a explorar la
   negociación de un acuerdo de libre comercio con los países de Centroamérica.

   A partir de estos elementos de diagnóstico como premisas, abordemos ahora los desafíos que enfrentan los
   países de América Latina y el Caribe en materia de comercio e integración en los próximos años.
 

   II.    Prognosis: La próxima etapa de la política comercial y de desarrollo

   En mi opinión, la próxima etapa de las políticas comerciales de América Latina y su integración a los
   mercados mundiales pasa al menos por una agenda de políticas constituida por cinco partes. Las dos
   primeras partes se refieren a las negociaciones externas, mientras que las tres restantes tienen que ver con la
   agenda complementaria de políticas internas de desarrollo.

   • La primera parte se refiere a las opciones de estrategia comercial que los países han de seguir. ¿Cuáles
   son los caminos para la expansión de los mercados, es decir, para la expansión de la demanda externa para
   estimular exportaciones y crecimiento? Con la nueva ronda de negociaciones multilaterales acordada en
   Doha cuya meta es concluir a más tardar el 1 de enero de 2005, las negociaciones del ALCA con la misma
   fecha meta de conclusión, la posibilidad de seguir participando en negociaciones bilaterales y el desafío de
   profundizar las agrupaciones subregionales, los países de América Latina y el Caribe tienen por lo menos
   cinco caminos para la expansión de los mercados y la reforma comercial en los próximos años: la vía
   unilateral, la vía multilateral a través de la OMC, la vía regional por medio del ALCA, la vía subregional a
   través de la profundización y ampliación del MERCOSUR, la Comunidad Andina, el MCCA y
   CARICOM, así como la vía bilateral. Hay quienes argumentan que los países deben dar prioridad a la
   liberalización unilateral, otros sostienen que los países deberían concentrar su escaso capital de negociación
   y sus esfuerzos en el ámbito multilateral, en lugar de inclinarse por los ejercicios regionales, subregionales o
   bilaterales. Yo considero que los países obtendrían el mejor resultado con la adopción de lo que podríamos
   llamar una “estrategia múltiples caminos” en materia de negociaciones comerciales; en otras palabras, los
   países de América Latina y el Caribe pueden maximizar los beneficios moviéndose simultáneamente en
   varios frentes de negociación. La mezcla o el equilibrio preciso entre las distintas opciones es algo que
   corresponde decidir a cada país. Pienso además que el establecimiento del ALCA debería seguir siendo
   una prioridad, no obstante el inicio de una nueva ronda de negociaciones comerciales. Esto significa, entre
   otras cosas, que la siguiente etapa de la política comercial será la más intensa en términos de negociaciones
   que los países de ALC hayan enfrentado jamás. Esta situación se complica aún más por el hecho inevitable
   de que todas estas negociaciones están vinculadas en formas distintas y complejas. Y éstas vinculaciones
   constituye uno de los desafíos técnicos y políticos más difíciles que los países habrán de afrontar. La última
   sección del presente artículo retoma este punto.

   • El segundo componente de esta agenda de políticas de cinco partes tiene que ver también con las
   negociaciones externas, pero se refiere a la necesidad de desplegar un esfuerzo concertado con otros países
   en desarrollo y con países industrializados que compartan la idea de promover una arquitectura comercial y
   financiera mundial que favorezca el desarrollo. Y acá estoy refiriéndome, por ejemplo, al programa de
   reestructuración de la arquitectura del comercio mundial para el desarrollo contenido en el informe del
   Banco Mundial titulado Global Economic Prospects: Making Trade Work for the World’s Poor
   (Perspectivas económicas globales: El comercio en pro de los pobres del mundo). Este informe constituye,
   en mi opinión, un verdadero manifiesto para fortalecer el sistema mundial de comercio de una manera
   cónsona con el desarrollo; muchas de las propuestas contenidas en el referido documento deberían ser
   acogidas por los países de América Latina y el Caribe.

   • El tercer componente es el mejoramiento de las instituciones del sector público relacionadas con el
   comercio. La negociación simultánea en varios frentes y el cumplimiento de las nuevas reglas y compromisos
   requieren, hoy más que nunca, de un mayor fortalecimiento de la capacidad comercial. Obviamente, ello
   constituye un desafío no sólo para los países propiamente dichos, sino también para los gobiernos que
   prestan ayuda y los organismos interamericanos e internacionales de desarrollo.

   • El cuarto componente es la adopción de políticas que favorezcan el crecimiento y la competitividad a fin
   de incrementar la capacidad de respuesta de las economías por el lado de la oferta. Un mejor acceso a los
   mercados es una condición necesaria para crear oportunidades de crecimiento, y si bien una agenda de
   negociación comercial activa puede encargarse de ello, no resulta suficiente. Para aprovechar estas
   oportunidades, los países deben fortalecer su capacidad de oferta y brindar un entorno atractivo para las
   inversiones. Existe una amplia gama de iniciativas que los países deben considerar a la hora de generar este
   entorno de políticas favorables al crecimiento. Entre los incentivos apropiados para el crecimiento destacan:
   un marco macroeconómico estable, la promoción de la eficiencia en sectores de servicios que son
   esenciales para el comercio y la competitividad internacional, como es el caso del transporte, las
   telecomunicaciones, las actividades financieras, los servicios de negocios, entre otros, políticas para
   promover la innovación tecnológica y maximizar la difusión del conocimiento en la sociedad e inversiones en
   el capital humano y en educación.

   • El componente final de este marco de políticas está conformado por las políticas de desarrollo social. El
   crecimiento por sí solo no bastará para hacer frente a los retos sociales de América Latina.

   Mi intención al enumerar este amplio espectro de políticas es enfatizar que, aunque considero que la política
   comercial y la integración a la economía mundial son elementos esenciales, los mismos constituyen apenas
   un componente de un conjunto mucho más extenso de desafíos. La agenda comercial no debe confundirse
   con la agenda de desarrollo, ni sustituir a una agenda de desarrollo fundamentada en una visión nacional
   clara y en un sólido consenso nacional en torno a las políticas.

   Una vez ubicada la agenda comercial en el contexto más amplio, y en lugar de transgredir hacia otros temas,
   regresemos a la cuestión del comercio y, específicamente, al tema de la importancia de las negociaciones
   tanto de la OMC como del ALCA y a algunos de los retos que éstas plantean.
 

   III.    Negociaciones simultáneas en la OMC y el ALCA: Algunos desafíos y relaciones

   Numerosos estudios han demostrado los beneficios en términos niveles de vida que los países en desarrollo
   obtendrían con el mayor acceso a los mercados y la mayor liberalización del comercio que traería una nueva
   ronda, así como también los beneficios del ALCA para los países de América Latina.

   Varios estudios presentados en la reciente Conferencia sobre los Impactos de los Acuerdos de
   Liberalización del Comercio en América Latina y el Caribe, organizada por el BID y el Centro de Estudios
   Prospectivos (CEPII), corroboran los importantes beneficios que los países de América Latina y el Caribe
   podrían obtener tanto de una nueva ronda de negociaciones en el marco de la OMC como del ALCA, así
   como las ventajas que obtendrían los países del MERCOSUR de concluirse un tratado entre este grupo
   sub-regional y la UE. Estos estudios proveen una justificación adicional a favor de la “estrategia de múltiples
   caminos” mencionada anteriormente.

   Sin embargo, hay importantes razones para pensar que los beneficios del ALCA pueden alcanzarse más
   rápidamente y podrían ser mayores en algunas áreas y para algunos países que los beneficios resultantes de
   las negociaciones multilaterales. Las razones principales son las siguientes:

   • En primer lugar, en cuanto a la cuestión del acceso a los mercados, la nueva ronda de negociaciones de la
   OMC no resultará en el libre comercio mundial al final de las negociaciones. La meta consiste en avanzar un
   paso significativo en materia de acceso a los mercados, mas no en eliminar completamente los aranceles y
   obstáculos no arancelarios o los subsidios. La lista de excepciones y asuntos pendientes al final de la ronda
   posiblemente sea larga. Además, las negociaciones son complejas y probablemente tomen más tiempo que
   el plazo acordado formalmente, del 1 de enero de 2005.

   • En segundo lugar, y en contraste con lo anterior, el objetivo de las negociaciones del ALCA es crear un
   área de libre comercio, lo que significa la eliminación total de los aranceles aplicados al comercio de
   mercancías. Si bien es probable que existan excepciones y reservas, la lista probablemente será más corta
   que la de la OMC. Si la liberalización de los servicios en el marco del ALCA será mayor que lo que se
   pueda lograr en la OMC es una pregunta abierta. Es factible esperar que habida cuenta del menor número
   de países y de que los países de América Latina y el Caribe han avanzado considerablemente en la
   liberalización unilateral de servicios en los últimos años, el ALCA pueda llegar más profundo en materia de
   servicios de lo que sería posible en el contexto de la OMC.

   • En tercer lugar, las áreas de inversión, competencia y compras del sector público han figurado en la
   agenda de negociación del ALCA desde sus inicios y contemplan objetivos más ambiciosos que los
   definidos en el Programa de Trabajo de Doha, en el cual éstos son temas nuevos. Las negociaciones del
   ALCA sobre reglas se encuentran ya bien avanzadas.

   • Finalmente, pienso que el caso a favor del regionalismo en las Américas, y específicamente, a favor del
   ALCA, se ve también fortalecido en razón de las tres fuerzas que promueven una mayor interdependencia
   en el hemisferio explicadas en el diagnóstico: el dinamismo empresarial hacia la mayor vinculación comercial,
   la proliferación de acuerdos y correspondiente ampliación de los compromisos jurídicos recíprocos y la
   convergencia de intereses estratégicos, políticos y de seguridad colectiva. La creación del ALCA puede ser
   entendida como un paso natural que construye sobre estas tendencias.

   Así las cosas, a causa de los potenciales beneficios de este acuerdo, del impulso que han tomado las
   negociaciones y de su potencial en términos de rapidez y profundidad, las negociaciones del ALCA deben
   seguir siendo una prioridad de los países de América Latina y el Caribe, además de la nueva ronda
   multilateral.

   Estas dos negociaciones se vinculan de manera compleja. Los vínculos pueden clasificarse en dos ámbitos:
   en el frente negociador y en el ámbito político y de formulación de políticas.

   En el frente negociador, las áreas donde resultan más obvias las vinculaciones son: agricultura, antidumping,
   ciertos aspectos de los derechos de propiedad intelectual y subsidios. En estas cuatro áreas existen algunas
   cuestiones específicas en las cuales sólo será posible avanzar en el ámbito multilateral. En las otras áreas de
   las negociaciones, sobre todo en los temas críticos de acceso a mercados en bienes y servicios, no existe
   razón por la cual el ALCA no pueda progresar con relativa independencia de la nueva ronda.

   En el ámbito político y de formulación de políticas, el manejo simultáneo de dos intensas negociaciones
   plantea un desafío intimidante. La mera complejidad e intensidad de ambas negociaciones exigirán un
   tremendo esfuerzo y recursos adicionales para los equipos negociadores de todos los países. Ello implica
   aspectos prácticos y administrativos, como una capacidad mínima para estar presente o significativamente
   representado en las reuniones, la organización apropiada de los equipos negociadores, garantizar un flujo
   adecuado de información sobre lo que ocurre en cada uno de los foros, así como la coordinación nacional e
   internacional de las posiciones de negociación. Por el lado más positivo, podría argüirse que el ALCA ha
   tenido ya “externalidades de aprendizaje positivas” y que ha contribuido de forma considerable al
   fortalecimiento de las capacidades institucionales y de recursos humanos que permitirán a los países
   participar de mejor manera en las negociaciones multilaterales. 4

   Las negociaciones simultáneas, y en general la “estrategia de múltiples caminos”, requerirán no sólo de
   tecnocracias comerciales más fuertes capaces de desenvolverse en el plano internacional, sino también una
   mayor transparencia y un mayor diálogo y consulta local con amplios sectores de la sociedad civil, con el
   propósito de lograr consistencia en los frentes interno y externo, arbitrar los conflictos distributivos
   inherentes en las reformas del régimen comercial, articular las posiciones nacionales y generar un sentido de
   “identificación nacional” y de apoyo a lo que esté negociándose.

   Para concluir, es importante enfatizar que, como parte de su estrategia para promover un crecimiento de
   alta calidad, la integración de las economías nacionales a la economía mundial debería continuar siendo, y
   probablemente será, un objetivo estratégico clave de la mayoría de los programas de reforma económica en
   América Latina y el Caribe, junto a la reducción de la pobreza. Si bien existen muchos temas que compiten
   por ser prioridad, la definición de estrategias claras dirigidas a expandir mercados y el comercio por el lado
   de la demanda, así como las capacidades de respuesta de las economías por el lado de la oferta, deben
   estar en los próximos años entre las prioridades más importantes en los esfuerzos nacionales y en los
   programas de cooperación internacional.
 
 

   Referencias

   Bush, George (2002) Remarks by the President to the World Affairs Council National Conference,
   Organization of American States, January 16.

   Frankel, Jeffrey y David Romer (1999) “Does Trade Cause Growth”, The American Economic Review,
   Junio.

   Irwin, Douglas y Marko Tervio (2000) “Does Trade Raise Income? Evidence from the Twentieth Century”,
   National Bureau of Economic Research, Working Paper 7745 en http://www.nber.org/papers/w7745

   Jones, Charles I. (2000) “Comments on Rodríguez and Rodrik, Trade Policy and Economic Growth: A
   Skeptic’s Guide to the Cross-National Evidence”, NBER Macroeconomics Annual 2000, Cambridge: MIT
   Press, por publicar. Disponible en www.stanford.edu/-chadj.

   Levine, Ross y David Renalt (1992) “A Sensitivity Analysis of Cross-Country Growth Regressions”,
   American Economic Review 82, Septiembre, pags. 942-963.

   Oxfam (2001) Eight Broken Promises: Why the WTO isn’t working for the world’s poor, Oxfam Briefing
   Paper No 9, en www.oxfam.org.uk

   Rodriguez, Francisco y Dani Rodrik (2000) “Trade Policy and Economic Growth: A Skeptic’s Guide to the
   Cross-National Evidence”, en http://ksghome.harvard.edu/-drodrik.academic.ksg/skeptic1299.pdf.

   Rodrik, Dani (2001) “Development Strategies for the Next Century”, Harvard University, en
   www.eclac.org/prensa/noticias/comunicados/6/7616/DaniRodrik29-08.pdf

   Sachs, Jeffrey y Andrew Warner (1995) “Economic Reform and the Process of Global Integration”,
   Brookings Papers on Economic Activity, Vol 1., pags. 1-118.

   Sala-i-Martin, Xavier X. (1997) “I Just Ran Two Million Regressions”, American Economic Review 87,
   Mayo, pags. 178-183.

   Salazar-Xirinachs, Jose M (2001) “El Proceso del ALCA: de Miami 1994 a Québec 2001”, en
   Salazar-Xirinachs, Jose M. y Robert, Maryse (2001) (editores) Hacia el Libre Comercio en las Américas,
   Brookings Institution y Secretaría General de la OEA, Washington D.C.

   Wolf, Martin (2001) “Broken Promises to the Poor”, Financial Times, 21 de Noviembre.

   World Bank (2002), Global Economic Prospects 2002: Making Trade Work for the World’s Poor,
   Washington D.C.
 

   Notas

   1 El presente artículo es una versión ligeramente modificada de la intervención que hiciera el autor en
   ocasión de la Tercera Conferencia Anual del Banco Mundial sobre Desarrollo Mundial – “Mezclando el
   conocimiento local y el conocimiento mundial” (Third Annual Global Development Conference – Blending
   Local and Global Knowledge), celebrada en Rio de Janeiro, Brasil, del 9 al 12 de diciembre de 2001. Las
   opiniones aquí expresadas corresponden a su autor, por lo que no deben atribuirse a la Organización de los
   Estados Americanos o a sus Estados miembro.

   2 Ver Martin Wolf (2001) “Broken Promises to the Poor”, Financial Times, 21 de Noviembre; Oxfam
   (2001); Banco Mundial (2002).

   3 Véase Levine y Renault (1992), Sachs y Warner (1995), Sala-i-Martin (1997), Frankel y Romer (1999),
   Irwin y Tervio (2000). Rodriguez y Rodrik (2000) y Rodrik (2001) se muestran escépticos ante la solidez
   de algunos de estos resultados en cuanto a la relación entre apertura comercial y crecimiento. Jones (2000),
   sin embargo, concentrándose en las variables de la política comercial, concluye que las restricciones al
   comercio son a la larga, y casi invariablemente, dañinas para el crecimiento, si bien la magnitud de tales
   efectos resulta incierta. Para Rodrik, “La conclusión que cabría formular ... no es que la protección del
   comercio debe, como regla, favorecerse ante la liberalización del comercio. El argumento es, simplemente,
   que los beneficios de la apertura comercial no deben sobreestimarse” (Rodrik, 2001, p 39).

   4 Para una mayor explicación de este punto ver Salazar-Xirinachs (2001).